Durante ocho días de angustia, Kristin vivió en el limbo y creyó que su embarazo podría no ser viable. Cada momento parecía una eternidad, y se vio nublado por la incertidumbre y la aflicción. “Fue como si una nube oscura opacara lo que debería haber sido uno de los momentos más felices de mi vida”, recuerda.
Por fin, después de interrogatorios e investigaciones incesantes, Kristin descubrió una verdad impactante: la prueba que le habían realizado no estaba diseñada para ser eficaz en personas que pesaran más de 165 libras. En vez de dar resultados precisos, la empresa la había señalado como de alto riesgo únicamente basándose en su índice de masa corporal (IMC) y edad. Esos factores no estaban relacionados con la salud real del bebé.
Kristin se enfureció. “¿Cómo era posible que una empresa comercializara una prueba en los EE. UU. sin establecer sus limitaciones claramente? El IMC promedio en las mujeres de más de 20 años en este país es de 29.6. Sin embargo, esta prueba se diseñó para personas muy por debajo de ese promedio”, dijo. “Fue como una traición, no solo para mí, sino para cualquier persona que confíe en que estas empresas brindarán información fiable en un momento de tanta vulnerabilidad”.
Plenamente consciente de los prejuicios sistémicos en la atención médica, Kristin se sintió desanimada, pero no sorprendida. “La atención médica ya incluye un factor de ‘percepción de la diferencia’. Si no eres delgada, blanca, heterosexual y tienes seguridad financiera, suelen marginarte. Esta experiencia solo reafirmó este punto.”
Kristin estaba decidida a encontrar respuestas. Buscó una segunda opinión y volvió a hacerse la prueba con Prequel®, una prueba prenatal diseñada para dar resultados claros y precisos, independientemente del IMC. Esta vez, la noticia fue abrumadoramente positiva: su bebé tenía un riesgo bajo de presentar condiciones cromosómicas.
Se sintió muy aliviada. “Fue como si me hubiera quitado un peso de encima. Por fin, pude volver a respirar y disfrutar de mi embarazo”. Y lo disfrutó plenamente. Kristin no tuvo complicaciones en su embarazo, y dio a luz a un bebé sano y feliz, un niño que ella describe con afecto, como “inmensamente alegre y absolutamente enorme”.
Al recordar, Kristin defiende la importancia de la transparencia y la inclusión en la atención médica. “Todos los padres merecen información precisa, no temores infundados. Si pudiera darles un consejo a otros futuros padres, sería el siguiente: hagan la prueba Prequel desde el principio. Se merecen tranquilidad”.
* La imagen principal es una foto de archivo

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¿Cómo me hago la prueba?¿Por qué tener un IMC más alto afecta los resultados de una prueba prenatal de ADN libre circulante (cfDNA)?
Las pruebas prenatales de ADN libre circulante (cfDNA, por sus siglas en inglés) comienzan con una muestra de sangre de la persona embarazada. Esta muestra de sangre tiene células de la persona y de la placenta, que son muy parecidas a las células del bebé. En la prueba se examina el ADN para comprobar si hay cambios en los cromosomas.
Para que la prueba sea eficaz, debe haber una cantidad suficiente de ADN de la placenta en comparación con el ADN del padre o de la madre. Esto se conoce como “fracción fetal” y, por lo general, debe ser al menos del 4 % para obtener resultados confiables.
Si una persona tiene un IMC más alto, la cantidad de ADN de la persona embarazada puede ser muy alto en comparación con la cantidad de ADN de la placenta. Eso puede dificultar la obtención de un resultado claro y, a veces, se deben hacer más pruebas.
La tecnología usada para realizar la prueba de cfDNA es sumamente importante. La cantidad de ADN de la placenta en la muestra de sangre (fracción fetal) aumenta durante el primer trimestre.
En algunas pruebas de cfDNA se usa tecnología especial para “filtrar” el ADN a fin de obtener más ADN de la placenta. Este tipo de tecnología puede dar resultados ya a las ocho semanas de embarazo, mientras que otras tecnologías pueden fallar y no dar resultados hasta más avanzado el embarazo.